Después de la difícil tarea de buscar una guardería para el peludo de la casa, existe un fresco pues ¡podemos viajar tranquilos! Sin embargo, ese momento de despedida con nuestro perro es duro, surgen preguntas: ¿si estará bien?, ¿me extrañará?, ¿lo van a consentir como lo hago yo?, ¿será que si come bien?, ¿y si se siente solo? Nos respondemos recordando que la guardería donde lo dejamos es una guardería recomendada y que nos prometieron enviar fotos ó que la visitamos y vimos que no sólo va a estar cómodo, sino que recibirá cariño; y aunque esa sensación extraña no desaparece, si se hace más pequeña.
Durante el viaje, nos preguntamos si la estará pasando bien y esperamos con ansias el momento del reencuentro: lo vemos batir su cola con fuerza, subir las patas y porqué no, darnos un gran lengüetazo. Luego, esperamos que nuestro día a día vuelva a la normalidad, sacarlo al parque, jugar con él, y verlo hacer sus cosas favoritas: subirse en la silla prohibida, jugar con el juguete sonoro que odiamos en la madrugada y jugar con sus mejores amigos.
Efectivamente, llega el momento del reencuentro y recibimos un peludo un poco delgado, que agita su cola con fuerza y que nos da muchos lengüetazos. Sin embargo, al entrar a casa, no lo vemos ir directo a lo que lo motiva: su juguete, nuestra cama, o la comida. Entonces nos surgen otras preguntas: ¿qué pasó?, ¿lo trataron bien?, ¿está deprimido? En busca de respuestas llamamos a la guardería, pero seguimos sin entender qué pasó.
La realidad es que llevar un perro a una guardería es cambiarle su espacio, rutina y relaciones. Imagina que ahora no vamos a llevar nuestro hijo peludo sino a nuestro hijo humano a una fiesta en un parque de diversiones y lo recogemos 3 horas después. Seguramente, él nos contará que jugó con sus amigos, nos mostrará la sorpresa que le dieron y nos contará qué sintió en cada una de las atracciones del parque. Ahora, imagina que ya no son 3 horas, sino 3 semanas. Posiblemente cuando lo recojamos, nos salude con euforia, pero dos minutos después de haber subido al carro, estará dormido.
Lo mismo ocurre con los perros en una guardería. Veamos por qué:
- Actividad física, juegos y socialización: Entre semana con nosotros nuestro peludo posiblemente sale en la mañana, en la tarde y en la noche a hacer pipí, y de paso algo de actividad. En cambio, en la guardería, el peludo está en actividades constantemente, entre 7 am y 6 pm todos los días; de hecho si no están en una actividad dirigida, siempre puede haber un peludo más juguetón que incita al desorden.
- La hora de dormir: Un perro en promedio duerme 16 horas al día, en nuestra casa muy cómodo sin más molestias que la aspiradora o los electrodomésticos que hacen ruido. En la guardería, de 24 horas 12 están en actividades o socialización y duermen al lado de otros perros que pueden ladrar o roncar a lo largo de la noche y ciertamente no será igual de cómodo que nuestra cama.
- La hora de comer: Nuestro peludo está acostumbrado a una ración de comida que va de la mano con la actividad física de su rutina en casa. Sin embargo en la guardería, estará con más actividad física, es decir quemando más energía pero con la misma ración o un poquito más de la acostumbrada.
- Estado de ánimo inicial: Si nuestro peludo es muy consentido y muy apegado a nosotros, los 2 o 3 primeros días, estará un poco triste, nos estará extrañando y puede sentirse abandonado. Normalmente esto pasa cuando se da cuenta, como los niños en su primer día de colegio, que hay otros perros con quien jugar y que puede ser muy divertido hacer parte de una manada canina. Esto no les pasa a todos los perros, algunos incluso superan esta etapa en cuestión de horas, y otros por lo contrario les toma un poco más de tiempo.
- Estado de ánimo final: Al igual que los niños cuando los sacas de la piñata antes de que se acabe, los perros quieren seguir jugando y disfrutando del espacio abierto y de los demás perros. Esto no quiere decir que no nos extrañen, sólo están en un espacio que les divierte. Por eso algunos perros cuando llegan a casa pueden parecer deprimidos o tristes.
Todos estos factores hacen que nuestro peludo, necesite unas vacaciones de las vacaciones. Por lo tanto, es posible que no encontremos a nuestro peludo tal como lo dejamos al volver de vacaciones. Normalmente, los peludos bajan de peso por su alto nivel de actividad y suelen llegar muy cansados.
Este cansancio es normal durante 2 o 3 días. Algunos papás se preocupan pues creen que “algo le pasó en la guardería”, y ¡la verdad es que si! Jugó tanto y tuvo tanta actividad física que necesita unas horas para recuperarse. Por lo tanto, no te preocupes si ves a tu peludo un poco bajo de peso (un poco, no es normal que bajen drásticamente de peso) y si ves que no está tan activo en casa los primeros días, sin embargo si este comportamiento persiste es pertinente llevarlo al veterinario.
9 Mayo, 2018 at 13:48
Muy buen artículo!!!!! Gracias!!!!