Muchas veces al llegar a casa y mirar a nuestro peludo a los ojos, nos preguntamos ¿qué sentirá al vernos?, ¿qué somos capaces de transmitirle con nuestras palabras, miradas, caricias ó actitud? Pues bien en los últimos años se ha demostrado que los animales al igual que los niños pequeños, absorben nuestras emociones, que logran aspirar de nosotros mismos o de su entorno en general nuestras emociones, ya positivas o negativas.
“Los animales van absorbiendo las energías de sus compañeros de vida humanos y todo el tiempo los están limpiando energéticamente. Esto los puede llevar a enfermarse” Nancy Alarcón.
¿De verdad absorben nuestras emociones?
Sin duda nuestras mascotas han ocupado un lugar muy especial dentro del núcleo familiar, desde que entran a formar parte de ella, crean un grado de dependencia que transcurre en el tiempo, estableciendo una conexión energética tan fuerte que muchas veces es difícil explicar. Los perritos y gaticos que conviven con nosotros están expuestos todos los días a nuestras emociones: estrés, miedo, angustia, ansiedad, agresividad, tristeza, inseguridad, alegría, etc., que son absorbidas de una u otra forma por ellos, llevando en algunos casos a la somatización de estas, en la parte mental o física de los animales.
Nuestra familia funciona como un sistema, dentro del cual cada uno de los integrantes se relaciona íntimamente con el otro, esto incluye por su puesto a nuestro peludo. Cuando en este sistema ocurre un desequilibrio de alguno de los miembros, la armonía se altera, es en este momento donde nuestra mascota recibe toda esta carga emocional, ya que sin duda es, el elemento más vulnerable dentro del núcleo, pasando a ser una víctima del conflicto personal o familiar, pues absorben nuestras emociones. En nuestro día a día nosotros y nuestras mascotas atravesamos por diversos tipos de situaciones que hacen parte de la vida: el fallecimiento de un ser querido, la separación por un viaje, el divorcio de una pareja, un nuevo trabajo, la llegada de un nuevo miembro a la familia ó la aparición de una enfermedad, entre otros. Estas situaciones pueden llevar a nuestras mascotas a mostrar problemas de tipo físico como: problemas en la piel y el aparato digestivo principalmente, o problemas de tipo comportamental como: ansiedad, automutilación, defecación o micción inadecuada, depresión ó agresividad, entre otras.
Es importante tener en cuenta que una emoción proveniente del compañero humano es una descarga energética que es asimilada por nuestra mascota, generando en ella de igual forma una emoción; esta emoción interactúa de forma directa con el sistema endocrino e inmunológico, provocando una respuesta en diversos órganos (síntomas físicos) ó en la mente (síntomas comportamentales), somatizando esta energía y exponiéndola a través de diversos síntomas. Esto corrobora la hipótesis que afirma que nuestras mascotas absorben de nuestras emociones y las energías del propietario y de su entorno.
En la actualidad es muy frecuente que lleguen a la consulta veterinaria pacientes con manifestaciones físicas (diarreas, vómitos, insuficiencias hepáticas o renales) que no tienen una causa evidente, pero que después de un análisis desde diversos aspectos, detectamos el origen es sus compañeros humanos de vida o el entorno donde se encuentran. Es así como los animales de compañía absorben nuestras emociones, y a su vez son capaces de mimetizar patologías físicas que padecen sus propietarios o manifestar las emociones que ellos están expresando. Del mismo modo como se pueden presentar síntomas físicos, la presencia de síntomas comportamentales en nuestros peludos como: ladridos excesivos, lamidos compulsivos, inquietud o depresión, pueden ser señales de un desequilibrio energético en nuestra casa.
Como veterinaria quisiera compartir el caso de uno de mis pacientes: Es el caso de Toby un bichón maltés, macho de 8 años de edad, quien asiste a mi consulta porque su humana nota que se lame constantemente sus patas, no juega como antes, ni quiere comer en la misma cantidad que acostumbra hacerlo. Después de una extensa charla con la propietaria y un examen veterinario completo, noté que Toby llevaba un par de semanas en casa al lado de su compañera ya que ella padece de una enfermedad crónica que muchas veces la limita para realizar sus actividades cotidianas y a su vez dedicarle el mismo tiempo a Toby. Fue así como inicié un tratamiento homeopático, apoyado con una terapia floral, recomendada para equilibrar la energía de los dos.
Para concluir podemos decir que sin duda, nuestras mascotas absorben nuestras emociones y que en gran medida los desequilibrios que presentan, son derivados de nuestros propios desequilibrios emocionales, así que vale la pena cuando realicemos la visita a nuestro veterinario de confianza, darle a conocer todas la situaciones que se están presentando dentro del entorno familiar y realizar una terapia en conjunto, que ayude nuevamente al restablecimiento de la energía de todos.
Fuentes:
eltiempo.com, foyel.com, seidam.es, www.sedibac.org, books.google.com.co, eltribuno.info, docplayer.es